viernes, 12 de diciembre de 2014

Si el género es una construcción social, ahora toca deconstruir.



Lo personal es político



Después del tímido acercamiento en mis dos entradas anteriores al género performativo y con ello a las  teorías queer, teorías puta, teorías bollo o como queráis llamarlas, pero que suene fuerte y que haga mucho ruido, es hora de pasar de la idea a la carne.  Tal vez sea necesaria también un arma menos académica y más cotidiana que hable un lenguaje más próximo, con signos, expresiones y experiencias reconocibles. Porque muchas veces bajar la fría teoría a la piel sensible es un camino más pedregoso y difícil que pertrecharnos de retórica y motivos (que también pienso es ineludible si queremos situarnos).
Primero que nada, aclarar como bien hace Coco Riot, que la acción puede tomar muchas formas, y cada una de nosotrxs necesita ver la que le conviene mejor según su personalidad, sus capacidades y su comunidad. Si queremos dejar atrás las imposiciones de género-sexo, guardémonos también de crear nuevas prospecciones rígidas de cómo hay-que y cómo no-hay-que.

Pero pasemos antes por ejemplos más concretos de cómo esta creación que es el género se va dando y gestando:

Las mujeres, las asignadas mujeres en el nacimiento, las leídas como mujeres, o como os salga de la vagina llamarlo, estamos desde pequeñas sometidas a un sinfín de indicaciones y normas sociales sobre qué es ser mujer y qué conductas y actitudes vienen asociadas a ello. Ésto en la infancia funciona de una manera mucho más visible, para algunxs, que luego en edades más avanzadas. Hay juguetes para niños y para niñas, los primeros suelen ser del área de cuidados, limpieza o belleza, hay series infantiles para niñas con protagonistas hiperfemeninas y series para niños. Hay siempre alguien que te señala que no debes hacer pis de pie, que no debes cortarte el pelo, que los camiones son para niños, que las niñas se casan con príncipes y no con princesas, que hay que estar guapa, que el amor romántico nos va salvar y todos a comer perdices. La belleza es el requisito sine qua non para  valorar a una mujer, las figuras sabias y respetadas siempre son masculinas y más allá de lo que se dice hablando es lo que se ve callando, la forma de actuar de padres, de compañeros, los roles repetidos hasta la nausea en películas y libros, las miradas de desaprobación.
 Todo esto de arriba y la interminable lista que falta y viene algo después (los piropos que comienzan incluso antes de la adolescencia, las agresiones sexuales, el "estate callada", que la voz de alguien con pene se escuche más que la tuya, cobrar menos por el mismo trabajo y puedo seguir, pero me estoy cabreando) no  funcionan como "indicaciones" suaves y amables o como normativas flexibles, una vez que los roles se establecen como normas sociales implícitas sus mecanismos de acción se mueven, entre otros, mediante la exclusión y la adopción del discurso como propio, como parte del "yo". 
Después de años bajo el mismo discurso repetitivo éste se interioriza y se convierte en uno mismo, el vigilante eternamente vigilado, acabas andando, riendo, vistiendo, sonriendo, follando y procreando como "la mujer que eres", voilá “y el verbo se hizo carne”. 
El otro potente mecanismo es la exclusión.  Empieza en la familia y en el colegio, se margina a aquel que no sigue el rol de género que le ha tocado, a la marimacho, al niño afeminado,  los padres se sienten decepcionados y miran como padres decepcionados o como padres amenazantes, todo muy sutil a veces, pero muy. Y esto sigue en el instituto, en la pareja, en la universidad, en la vida. La exclusión funciona muy bien, porque duele y muchas veces no solo viene de fuera. Muchas veces ni siquiera es visible.

¿Y ahora qué? ¿Cuáles son los contra-mecanismos para combatir?¿Cómo salir de estas identidades rígidas y fértiles padres de malestar? 


Empecemos por nuestro comienzo: el lenguaje, utilicemos uno más inclusivo, desechemos el masculino plural invisibilizante como universal, dejemos de decir “el hombre” cuando nos refiramos a la humanidad. Utiliza vosotras, nosotras, nosotres, elles, ellxs, diversifica tu lenguaje. Dejemos de transmitir mediante la palabra ficciones sociales, ni “las mujeres son”, ni “deberían”, ni “suelen” ni diferencia alguna  que haga referencia a una verdad pre-existente.
Cambia tu manera de percibirte, inténtalo al menos, si la verdad se crea, el repetirnos constantemente que somos mujeres, que somos hombres,  que somos heterosexuales, que somos x, va a acabar por moldear y crear  nuestro deseo, nuestra forma de pensar, de hablar, de vestir, etc. Déjate hacer sin categorizarte genéricamente, córtate el pelo, déjatelo largo, déjate crecer el vello, depílate, usa vestidos, no los uses, ponte un pene de plástico, quítatelo, mastúrbate, haz una orgía,  y sobre todo viceversa. En definitiva haz sin que el supuesto género al que perteneces te marque los espacios y las posibilidades de ser. No te autocategorices constantemente. Como dice de Miriam Yung   “Hoy diré “yo” 276 veces, sin saber exactamente a quién me refiero”. Pero desconfía también de tus voluntades cisgénero.


Para ilustrar mi discurso, ampliarlo y especificarlo os voy a dejar diferentes enlaces de áreas menos académicas, pero no menos interesantes:



Aquí un artículo de Píkara magazine que ilustra con ejemplos sacados de diferentes revistas para mujeres y adolescente  la creación de estereotipos de género: http://www.pikaramagazine.com/2014/11/de-franco-a-superpop-ensenando-a-ser-mujer-por-los-siglos-de-los-siglos/

En dichas revistas se pueden leer cosas como: “Sé comprensiva con todo el mundo y, sobre todo con ÉL -’él’ viene escrito en mayúsculas-. No juzgues, no critiques, no rechaces a cuantos no actúan como tú. Serás más bella”. Desde algunas tribunas se sugiere que hacerse la inútil es una eficaz técnica de conquista. “En lugar de tratarlo como a tu mayordomo particular utiliza la táctica ‘patosilla’: ¡Ay Javi, soy una inútil, me he dejado el monedero en casa! (…) Javi eres un genio, si pudiera estudiar con tus apuntes de mates seguro que aprobaría”, dice la Superpop nº 465. O “Ellos te quieren ver fantástica, magnífica, estupenda, brillante, seductora, encantadora, simpática, y genial. ¿Imposible? ¡Qué va! Te contamos todos los trucos para que los chicos se te coman con los ojos”

También os dejo un testimonio de la misma revista de una chico que cambió de género, donde dice cosas tan reveladoras como:
“El primer cambio fue cuando pasé de ser un objeto del deseo masculino a un igual. De repente me di cuenta de que llevaba toda la vida con una mochila cargada a mis espaldas llena de miedo. Un miedo que de forma más o menos consciente hemos sentido todas aquellas personas socializadas como mujeres, y aquellas que son reconocidas como tales. Un miedo sistémico que damos por hecho. Tan sistémico que yo (hasta siendo feminista) no fui capaz de reconocer en mí hasta que no me vi libre de él. Hasta el día en que se me acercó un tío por la calle para hablar y para él no existía posibilidad de relación sexual.  El acercamiento fue de igual a igual."

Y por último un vídeo divertidísimo de Ellen Degeners, porque el humor es una de las armas para cambiar conceptos y visibilizar a la vez que se ridiculizan los estereotipos:




2 comentarios:

  1. Este video habla de la segmentación del mercado por géneros

    https://www.youtube.com/watch?v=qyy8w-GmhL4#t=103

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  2. Es este artículo habla sobre el feminismo machista en revistas, anuncios y demás y se dirige un poco a las y los periodistas y dice una posible solución para practicarla día a día quien quiera.
    https://www.youtube.com/watch?v=qyy8w-GmhL4#t=103

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