“El luto no se sufre una vez, sus etapas se repiten, vuelven. De esta
forma sufrimos el luto en múltiples ocasiones”. Francisco
Tornay.
Antes de nada, quiero dar las gracias a la persona que
inspiró en un primer momento el tema que llevo tanto tiempo tratando y lleva
tendiéndome su mano desde aquel momento hasta ahora. Sin ella quién sabe en qué
punto estaría ahora. Gracias.
El viernes pasado, cuando publiqué “Ejemplificando el shock
cultural” dispuse, como paso previo a la enumeración de ejemplos a la que ahora
vuelvo, una “Teoría del shock cultural” que había sido propuesta en su día por
Oberg. Aquí el enlace a esa entrada:
Por entonces me parecía un acertado esquema. Aun así, sabía
que no podía explicar varios de los casos que proponía. Hoy, como paso previo
al análisis, y en parte como una guía a éste, explico por qué a día de hoy creo
que esta teoría no explica correctamente el shock cultural.
Este problema lo comentaba con el profesor hace unos días.
Yo le comentaba que esta teoría se aplica en su totalidad sólo si la estancia
es lo suficientemente larga en la sociedad a la que no se está acostumbrado y
se toma la decisión de vivir en ella dejando atrás la cultura anterior. En el
caso de las personas que van de viaje durante unos días o semanas, quizá no
diera tiempo de pasar por todas estas fases. He ahí el primer fallo. Creo que
se trata de una teoría de shock cultural para
emigrantes. ¿Por qué para emigrantes? Porque, a mi parecer, cumplen dos
requisitos básicos para pasar por estas fases.
Estos requisitos son:
1.
Pasar el suficiente tiempo en la sociedad a la
que no se está acostumbrado
2.
Decidir que ahora se va a vivir en esa sociedad,
lo que conlleva sufrir la pérdida de los símbolos y personas que nos hacían, en
cierto modo, de guías.
Este segundo punto se hace entender en el propio artículo,
pero no se expone como algo necesario sino como un efecto del shock, lo que no
es, a mi opinión, lo que sucede.
¿Por qué creo que estos puntos son necesarios? :
1.
Porque sin el primero no se trataría de un
emigrante sino de un turista, un viajero que no sufre durante el suficiente
tiempo las diferencias culturales ni vive allí lo suficiente para pasar por
todas las etapas.
2.
Porque sin decidir vivir en esa sociedad, de
nuevo, sólo somos turistas, y las diferencias culturales no se ven del mismo
modo, ya que se observan como algo ajeno a la propia identidad, no se sufre la
pérdida de los símbolos y personas y los problemas de la sociedad nos resultan,
en cierto modo, ajenos.
Por otra parte, mi descubrimiento del segundo fallo en la
teoría debo agradecerlo a la charla con el profesor en la última clase, que me
habló sobre las fases del duelo. La frase más reveladora para mí de esa
conversación es la que introduce esta entrada, marcada en negrita.
Del mismo modo que las etapas del luto pueden repetirse,
volver a nosotros aun cuando creíamos que las habíamos superado, quizá también
estas etapas propuestas por la teoría podrían volver. De este modo no
pasaríamos por esas etapas una única vez, si no que, durante nuestra vida en
ese país, pueden volver en diferentes ocasiones a nosotros.
Como tercer y último problema, dudo que en todos los casos
se de esa primera etapa, si hay un rechazo del lugar desde el primer momento,
como veremos más adelante, es probable esta primera etapa de “luna de miel”
nunca se pase. Este tercer punto a tener en cuenta tiene que ver con la
motivación que lleva a la persona a emigrar. Si es por una motivación intrínseca
sí es probable que haya una primera etapa de “luna de miel” pero si no es así,
quizá esta primera etapa no se diera en todos los casos. En los casos en que no
se de esta primera etapa de “luna de miel” (asociados quizá a una motivación
extrínseca por viajar), quizá haya una primera fase en la que nada nos parezca
correcto en las costumbres de ese lugar, pero aun no se haya llegado a la
segunda fase de la teoría en el sentido de que no se siente ese pesar, esa
sensación de estar perdido, ese malestar provocado por la falta de identidad en el nuevo ámbito.
En relación con la condición de emigrante, también debo
destacar la necesidad de la inmersión en el país, si vivimos, como era el caso
de los profesores franceses en España que comentaba en este post (
http://psicologia-lenguaje.blogspot.com.es/2014/12/la-mente-como-una-puerta-conocer-una.html)
en un entorno en que no haya diferencias culturales porque vivimos con personas
con nuestra misma cultura, aun estando en un lugar donde sí haya una importante
diferencia cultural, no puede haber un shock cultural.
De este modo, con el retorno
a etapas anteriores, la no
imprescindibilidad de la primera etapa, la
importancia de la inmersión en la
sociedad y la condición de emigrante,
la propuesta teórica del shock cultural queda, para mí, más redonda y
precisada.
Antes de continuar, cabe subrayar que en numerosas ocasiones
el término shock cultural se utiliza de forma indebida, un shock cultural no es, por
ejemplo, la vez que viajamos a un país y quedamos sorprendidos por una
gran diferencia cultural. El término shock cultural es más complejo y no debe
usarse a la ligera. No se trata de quedar horrorizado por la diferencia (esto, como ya hemos visto, es una diferencia cultural), sino
del conflicto que causan los aspectos negativos de la "nueva" cultura (y cómo
estos influirán o influyen en nuestra vida) en comparación con los aspectos
negativos de la cultura a la que estamos acostumbrados. Pero este conflicto se produce por ,y produce a su vez, esa suerte de pérdida de identidad, de esos símbolos que nos hacían de guía en la "antigua" sociedad y que ahora no nos sirven como clave para comprender esta "nueva" sociedad. Es por eso que este shock solo se produce cuando queremos, o nos vemos obligados a, integrarnos en esa cultura (de ahí la necesidad de querer, o tener que, vivir en esa sociedad).
Para más información
sobre el shock cultural:
Una vez esta teoría ha sido precisada podemos pasar al
momento del análisis de los ejemplos. En esta ocasión analizaré los problemas
que causa el shock cultural en las relaciones de pareja.
En esta entrada trataré tres problemas con sus similitudes y
sus diferencias. Los nombraremos de la siguiente forma:
·
Problema
1: Un chico francés plantea el problema que tiene con su novia, de origen
rumano, que conoció durante la estancia de ésta en Francia para estudiar.
Llevan siete meses juntos y durante ese
tiempo el chico ya sentía que su novia
no sabía si quería vivir en Francia, si quería seguir con él… Pero en los dos
últimos meses había cambiado y las cosas habían empezado a ir mejor. En ese
momento, ella le anunció que estaba muy deprimida, que echaba de menos su país,
que estaba harta de hacerle daño…
El chico se pregunta qué puede hacer para
demostrarle que puede sentirse bien en Francia, a su lado. Además, añade que él
cree que ella no quiere volver a Rumanía, que se siente perdida, en Francia y
en su país, que en ninguno de ellos hay lugar para ella.
Para leer el texto original (en francés)
consultar el siguiente enlace:
·
Problema
2: Una chica colombiana, casada con un canadiense y viviendo juntos en el
país de origen de éste último se queja de que los canadienses no saben
divertirse. Echa de menos su país y
sobre todo sus fiestas y sus amigos. Añade que se arrepiente de haber aceptado
vivir en ese país y que tendrá que buscarse un amante latino.
Pasemos ahora a analizar cada uno de estos problemas:
En el caso del primer problema, nos encontramos con que la
chica fue a estudiar a Francia por motivación intrínseca, ha pasado unos 7
meses viviendo en el país y probablemente (aunque no podemos saberlo) pasó por
una primera fase de “luna de miel”. Al pasar el tiempo nos encontramos con la
situación actual, en la que la chica lleva siete meses difíciles, pasando
crisis en su vida diaria y su relación con este chico. Se siente perdida en ese
nuevo ambiente, pero también cree que se sentirá del mismo modo en su país de
origen.
Primeramente debo decir que creo que se trata de un shock
cultural, ya que las diferencias culturales no son sólo con su pareja, es un
problema de “no sentirse parte de esa sociedad”, es decir, un problema de
diferencias culturales con la sociedad. Además, ella vive en ese lugar, ha
pasado allí varios meses (7 concretamente). Para saber más sobre la distinción
entre diferencias culturales y los problemas que éstas causan y el shock cultural,
consultar el siguiente enlace:
El problema de esta chica es que se encuentra en lo que la
teoría del shock cultural llamaría la segunda etapa, probablemente no
habiéndola superado en ningún momento (es decir, no se trata de un retorno a la
segunda etapa, sino de la primera vez que la sufre).
Por su parte, en el segundo problema, nos encontramos con
una chica que parece ser que pasó por una primera fase de “luna de miel”, ya
que nos dice que al principio la diversidad cultural le parecía algo “lindo”.
Luego comenta que tiene muchos problemas de pareja debido a las diferencias
culturales en cuanto a tiempo de ocio y trabajo. Según yo lo veo, esto es un
problema de shock cultural y no sólo de diferencias culturales porque no es un
problema sólo con su marido, sino que dice que la gente ahí todos tienen ese
problema, ella vive ahí, ha pasado bastante tiempo, es emigrante… Todo parece
indicar que esta chica tampoco ha superado la segunda etapa de la teoría del
shock cultural.
El problema en ambos casos es que no son capaces de superar
esta segunda fase por vez primera. ¿Qué sucede cuando una persona que ha
emigrado se mantiene siempre en la segunda fase?
Pues podemos encontramos con lo que os comentaba en esta
entrada:
¿A qué me refiero? Pues a que, como ahí comentaba, para
poder obtener los beneficios culturales que nos ofrece la experiencia de
emigrar, es necesario superar la segunda etapa y pasar por todo el resto de
ellas (aunque después quizá se repitan).
Para entender que un
país tiene algo que ofrecernos (que al fin y al cabo es lo que el chico quiere
hacer ver a la chica y lo que la chica colombiana necesita ver antes de decidir
si quedarse allí o no) primero debemos superar esa segunda etapa y ya en la
tercera podremos comenzar a enriquecernos de esta experiencia para, ya en la
cuarta etapa, ver las cosas positivas y negativas que tiene que ofrecernos ese
lugar (ver, para más información, la teoría del shock cultural en el primer
enlace de esta entrada)
Esta segunda etapa está muy caracterizada por el malestar
provocado por este nuevo entorno, el problema está en que, en esta etapa, aun no disponemos de los conocimientos
suficientes sobre la sociedad y la cultura (puesto que lo rechazamos o al
menos no lo aceptamos) es por eso que, según yo lo veo, el problema estriba en superar la segunda etapa una primera vez,
para así poder conocer el lugar en las etapas siguientes y al superar la última
etapa, volviendo al país de origen, podemos decidir razonadamente cuál es el
lugar donde queremos estar (que al fin y al cabo es uno de los problemas más
recurrentes en esta segunda etapa).
De este modo la vuelta a la segunda etapa será, cuando
menos, menos recurrente.
Como vemos, hay dos comparaciones vitales en este proceso:
la primera se da en la cuarta etapa, cuando al conocer el nuevo entorno de una
manera más profunda (tercera etapa) podemos compararlo con la sociedad con la
que estamos acostumbrados y la segunda se da en la quinta etapa, cuando
volvemos a comparar la cultura a la que estamos acostumbrados (que en este caso
es la que rechazábamos en la segunda etapa) con la primera cultura y, a la vez, de ésta con el recuerdo que de ella teníamos. Es mediante
estas comparaciones que podemos elegir con una mejor perspectiva qué es lo
que queremos hacer.
Algo que cabe puntualizar, es que en la gran mayoría de los
casos, en esta segunda etapa, la gente
piensa que conoce el lugar, que tiene un profundo conocimiento de éste, pero no
es así al no haberse integrado, al rechazar esta sociedad, quizá en parte por
falta de inmersión o por ese mismo malestar que se retroalimenta a sí mismo
impidiendo profundizar en la cultura. Es
por eso que, incluso en la propia teoría del shock cultural, una de las
características de la tercera etapa es una profundización en el conocimiento de
esta cultura provocada por la aceptación del entorno y la intención de
pertenecer a este. Después (en la cuarta etapa) es cuando comienza la primera
comparación (al menos la primera comparación medianamente razonable) entre la cultura
a la que estamos acostumbrados y la “nueva” cultura.
Esta creencia de “profundo conocimiento” que
suele aparecer en la segunda etapa puede suponer un problema, si tomamos una
decisión comparando lo que “conocemos” de esta cultura (que creemos que es mucho) con lo que sabemos
de la cultura a la que estamos acostumbrados. Esto no es verdaderamente tomar
una decisión sobre qué es mejor para nosotros, ya que no podemos tomar una
decisión racional hasta, al menos, la cuarta etapa (aunque la verdadera
“comparación razonable” probablemente se dé en la quinta etapa)
A partir de esto, el problema es, como se suele decir “la
pescadilla que se muerde la cola” ya que creemos que tenemos un conocimiento
profundo y que a partir de ahí podemos tomar una decisión. Recordemos que no
nos damos cuenta de la poca profundidad del conocimiento, y que, como es obvio,
esta sensación de malestar, lo que suele provocar (cosa ya comentaba y que se
puede ver en la entrada en que hablo de unos profesores franceses en España y
los emigrados españoles en Francia que antes comentaba) es que, al hacer comparaciones,
salga victoriosa la sociedad a la que estamos acostumbrados. Es ahí cuando
entra en juego la melancolía, la sensación de pérdida de la identidad… Y, como
es lógico, la falta de conocimiento y estas emociones negativas se
retroalimentan para generar conflicto y aumentar el malestar.
El problema aquí es que no hay una receta para superar la
segunda etapa, por lo que he decidido preguntar a la misma persona que me
concedió la entrevista para este artículo sobre los profesores y los emigrados
sobre cómo ella (que recordemos emigró a España hace unos 30 años) superó esta segunda etapa, permitiéndole
conocer más profundamente la sociedad, si hubo una primera etapa caracterizada
por la “luna de miel”, cómo cree que se ajusta su caso a ésta teoría…etc.:
Así, le expliqué la teoría del shock cultural y le pregunté,
en primer lugar, cómo había superado esta segunda etapa:
“Si, pasé por una “luna de miel”. Pero después me pasó como
tú dices, entré en la segunda etapa. Creo que gracias al nacimiento de mi hijo
he conseguido superar esa segunda etapa, el seguir la vida de mi hijo a diario
ha hecho que me encuentre en la tercera etapa casi sin darme cuenta. Estaba en
mi burbuja con mi hijo (una burbuja de abstracción ante lo que sentía en la
segunda etapa, no una burbuja social), aunque en el fondo no sé si era más bien
la felicidad de ser madre, ya que me ha durado el tiempo que han tardado mis
hijos en crecer. Quizá no haya conseguido en realidad superar esta segunda
etapa… Aun así, mis hijos han causado que durante todos estos años me haya
relacionado con personas de aquí, y conozco bastante bien la cultura, creo que
la entiendo. Ha sido muy interesante y me alegro mucho de haber conocido a
todas estas personas, no veo las cosas de la misma forma que si me hubiera
quedado en mi país, pero siento que este no es mi lugar.”
Entonces le pregunto por qué cree que quizá no sea su lugar:
“Quizá en su día dejé las cosas pasar… Sin darme cuenta de
si quería vivir ahí… Al principio un bebé son las 24h, estaba al cien por cien
con él, estaba en mi burbuja ya que mi bebé me necesitaba, los días pasaron,
los años… Y ya con los cuatro años se incorpora al colegio pero nace el segundo,
de nuevo tenía que estar con él las 24 h pero aun con más trabajo porque también
está el colegio del mayor… Y los años siguen pasando... Me entrego a ellos y no
me planteo si estoy feliz, si me gusta o no el lugar, si quiero o no estar ahí…
Es cuando la segunda es un poco mayor (unos 10 años) que no me necesita día y
noche que he empezado a recapacitar y ver mi soledad (aun con amigas del
colegio y otras actividades…)”
Cuando le pregunto si cree que hay alguna “receta” para
superar esta segunda fase, me comenta que:
“Hay que atreverse, es importante, si quieres volver a tu
país y no te gusta ese lugar, prueba, vuelve a tu país, y valora si
verdaderamente estás mejor ahí, quédate ahí, pero si echas de menos el otro
país, sabrás que ese es tu lugar”
Pero le comento que el problema en este caso es que, si en
ese momento, en la segunda etapa, que se caracteriza por el rechazo a la
sociedad de acogida y la falta de verdadero conocimiento sobre ésta, es muy
probable que, al volver a la sociedad a la que se está acostumbrado, al acabar
este malestar y al no echar nada de menos de la sociedad que se rechaza ya que
no se ha aceptado ni conocido lo suficiente para que esto suceda, estamos en
gran parte sesgados y lo más probable es que no hagamos un juicio justo.
Hablando sobre este tema me comenta que en muchos casos la
gente (y también fue su caso, ya que ella fue profesora durante algún tiempo de
francés y vivía rodeada de franceses sin entrar demasiado en contacto con el
país pero creía que lo conocía) cree que conoce un país pero no lo conoce. Esto
coincide con mi teoría de que el conocimiento previo a la tercera etapa tiende
a ser bastante superficial.
Analizando más en profundidad su caso, le comenté que
probablemente ella, al haber superado la segunda etapa y conocer el entorno y
creerse parte de él haya superado la tercera y probablemente haya establecido
comparaciones entre ambas culturas continuamente (a lo que me responde que sí,
que es algo muy normal para ella), por lo que también habría llegado a la
cuarta etapa. Por último, dado que sé que vuelve cada cierto tiempo a Francia,
le pregunto si, al volver allí, vuelve a establecer las mismas comparaciones.
Me responde que sí, y que cuando está
allí le queda muy claro que su lugar no es España, que es Francia (por lo que
confirma mi teoría, al llegar a la quinta etapa es cuando tenemos mayor
capacidad de decisión y cuando debemos hacerlo) su problema es que no puede
irse por problemas familiares.
Cuando entiendo que ha superado todas las etapas, le
pregunto si cree posible que, al no haber podido tomar su propia decisión, haya
vuelto a una “segunda segunda etapa” con características similares a las que le
había explicado en la teoría. Me responde que sí, que ese es su problema, que
la solución sería tomar su propia decisión, como antes me comentaba. Y que al no poder hacerlo, se siente en la
segunda etapa de nuevo.
De este modo vimos que su problema no era estar atascada en
la segunda etapa (ya que ya la había superado una primera vez) y había pasado
por toda la teoría para que esta segunda etapa volviese, sino que la
imposibilidad de elegir lo que cree más conveniente le hace mantenerse en esta
segunda etapa.
Este testimonio (como resulta obvio) me ha resultado
extremadamente fructífero. Veamos qué conclusiones podemos extraer de él:
·
El caso se ajusta muy bien tanto a la teoría del
shock cultural original, como a las modificaciones que comentaba anteriormente,
lo cual, creo, es tremendamente significativo.
·
El hecho de tener hijos llevó a socializar y a
una “necesidad” de conocer el entorno y abrirse y aceptar en cierto modo la
sociedad y esto, a su vez, la hizo superar la segunda etapa, por lo que
probablemente socializar y dar una oportunidad, es decir, esforzarse en conocer
el entorno, nos lleven a esta superación.
·
Esa duda que se ve reflejada en la transcripción
cuando comenta “…aunque en el fondo no sé si era más bien la felicidad de ser
madre, ya que me ha durado el tiempo que han tardado mis hijos en crecer. Quizá
no haya conseguido en realidad superar esta segunda etapa…”. Esto demuestra que
probablemente haya vuelto a la segunda etapa tras pasar por las demás. Como ya
hemos explicado antes, parece bastante lógico que ha pasado por el resto de
etapas y tras pasar la quinta vuelve a la segunda.
·
En este caso vemos cómo un problema de pareja
repercute en el shock cultural, lo cual es muy interesante, ya que los casos que
hemos tratado anteriormente son justo lo contrario. ¿Dónde se ve? En que es en
parte por la relación (también por los hijos) que ella no puede tomar esa
decisión.
·
Algo muy curioso y que me confirma en mi idea del
“retorno de las etapas” es que, cada vez que vuelve a Francia sufre una “quinta
etapa”, sabe que es su lugar, que ahí se encuentra a gusto y que la decisión
correcta sería quedarse ahí, pero vuelve a España por su familia, volviendo a
la segunda etapa. Esto no es un caso puntual, sucede cada vez que vuelve a
Francia.
·
También me resulta curioso que ella misma nos
recomiende, si estamos en la segunda etapa, que establezcamos comparaciones y
veamos dónde queremos vivir. ¿Qué quiere decir esto? Que nuestras respectivas
teorías coinciden, ella cree que uno de los principales problemas en esta etapa
es que no tenemos claro si queremos pertenecer a ese ambiente, para lo cual es
necesario comparar, cosa que sucede en una etapa posterior por lo que la
solución no debe tomarse en la segunda etapa, sino que debemos pasar por el
resto de etapas para tomar una buena decisión.
·
Aquí llegamos al punto donde comenzó mi
disertación. Recordemos que esta mujer había obtenido en España una herramienta
que le hacía bien emocionalmente, la “teatralización en la expresión de
emociones”. Se trata de una herramienta que aprendió de la gente de su “nuevo”
entorno. ¿Cómo fue capaz de aprenderla e integrarla? Porque socializó, porque
obtuvo un conocimiento más profundo sobre la sociedad y la cultura de modo que
pudo descubrir sus aspectos positivos y negativos y decidió integrar uno de
éstos aspectos positivos a su repertorio conductual. Esto supone un tremendo apoyo a mi supuesto:
pasar por todas las fases de la teoría, obtener ese conocimiento más profundo
sobre la sociedad
nos permite conocer y
elegir qué aspectos de esta sociedad queremos integrar, tema que ya había
tratado de resolver anteriormente ( ver:
http://psicologia-lenguaje.blogspot.com.es/2014/12/la-mente-como-una-puerta-conocer-una.html)
·
Además, durante la conversación me di cuenta que
ella era consciente de hasta qué punto conocía la sociedad en cada etapa, por
lo que le pregunté si quizá una explicación de las etapas y un autoanálisis
sobre en cuál de ellas estaba podían haberle ayudado. Me contestó que era
probable, pero que no podía saberlo. Por si acaso, hablamos de las distintas
etapas y de en qué nos centramos en cada una y cómo era el conocimiento y resultó
que estábamos bastante de acuerdo. El esquema era el siguiente:
En la primera etapa prestamos atención solo a los aspectos
positivos, obviando los negativos, quizá en cierto modo a propósito o
restándole importancia. Después llega un momento en que nos damos cuenta, de
todo aquello a lo que no hemos prestado atención, y se vuelve un aspecto
central del problema. En ese momento aparece la segunda etapa. En todo este
proceso, hemos recabado información, pero no consideramos que “pertenecemos” a
ese ambiente, de modo que no profundizamos de la misma forma que haremos en la
siguiente etapa. Ya en la tercera etapa, tal como comentaba, comenzamos a obtener un conocimiento más profundo sobre la sociedad, la cual hemos aceptado. De este modo, una vez el centro de atención dejan de ser esos aspectos negativos y aceptamos la sociedad, profundizamos en ella y así obtenemos un conocimiento más profundo. En esta etapa comienza una evaluación de las viejas formas contra las nuevas. Esta comparación se hace en la cuarta etapa. También se produce una integración con la nueva cultura, acompañada por un fuerte sentimiento de pertenencia a ese ambiente. Por último, la quinta etapa, al volver a la cultura de origen, se caracteriza por realizar una nueva comparación, tanto respecto a lo que conocíamos (que no es como lo recordábamos) como con respecto a la cultura a la que nos hemos acostumbrado.
A partir de este último punto, la lógica plantea una
pregunta:
¿Cómo sé en qué fase me encuentro?
Este no es un gran problema. Si una persona necesita ayuda
por enfrentarse a un shock cultural, probablemente se encuentre en la segunda
etapa por vez primera o haya vuelto a ella. ¿Por qué lo creo así? Porque ésta
es la única etapa, por sus características, susceptible de entrar en un bucle
del estilo del que comentábamos antes (retroalimentación entre la falta de
conocimiento profundo y el malestar y el vacío que caracterizan esta etapa).
En el caso de que sea la primera vez que nos encontramos en
la segunda fase, posibles consejos para superarla los veremos más adelante en
esta misma entrada. En el caso de haber llegado a la cuarta etapa y haber
vuelto después a la segunda, probablemente sea necesario pasar por la quinta
etapa (volviendo al país de origen) para establecer la comparación a la inversa
y poder decidir cuál es nuestro lugar. En el caso de haber vuelto a la segunda
etapa tras llegar a la quinta deberíamos plantearnos (con la información que ya
tenemos) cuál es nuestro lugar, para así tomar una decisión.
En cualquiera de los casos, como ya he comentado, aun si
volvemos a la “antigua” sociedad, habrá resultado una experiencia mucho más
enriquecedora y podremos integrar lo más beneficioso de la “nueva” sociedad a
nuestra vida.
Ahora veamos: ¿Cómo solucionar el problema, la primera vez
que pasamos por la segunda etapa de esta teoría, de (aun teniendo un
conocimiento superficial) creer que conocemos bien la sociedad?
Si me encontrase en el caso de tener que ayudar a una
persona a superar esta segunda etapa, le explicaría las fases de la teoría,
haciéndole ver en qué etapa se encuentra. Después, le explicaría que, aunque su
conocimiento actual no es nada despreciable, al encontrarse en la segunda fase
probablemente se centre mucho más en los aspectos negativos de esa sociedad.
Pero que por ello no debe preocuparse, cuando supere esa etapa los aspectos
negativos ya no serán en tal medida el centro del problema. Así, le explicaría
en qué solemos centrar la atención en cada etapa y cómo es nuestro
conocimiento, recalcando que, en su etapa actual, es normal que se centre en
los aspectos negativos y que experimente esas emociones negativas, pero que ni
esos aspectos negativos son tan importantes, ni probablemente esa persona les
prestará tanta atención en etapas posteriores.
Una vez conozca su estado y cómo sería recomendable
evolucionar, le hablaría del concepto coloquial “apertura de mente”. No me
refiero, por supuesto, a que no sea una persona abierta de mente, sino a que,
en esta etapa, lo normal es centrarse en los problemas, y que esa apertura
mental, de la que seguro que dispone, es el instrumento necesario para superar
la etapa. Pero, ¿en qué consiste esta apertura mental? Veámoslo:
·
Primero, debemos plantearnos si ese conocimiento
que tenemos sobre la sociedad es verdaderamente profundo. Pongámoslo a prueba. ¿De verdad sabemos todo
sobre esa cultura? ¿No tiene nada que aportarnos?
·
Para aprender más sobre la sociedad, valga la
redundancia, es importante socializar (con personas del nuevo entorno). Un
ejemplo podría ser tratar con las personas del trabajo, no solo hablar de
trabajo, sino salir con ellos, hablar de su cultura, ir al cine, disfrutar,
salir, tratar de ver su sociedad como ellos lo hacen.
·
Puede ser interesante ver las similitudes entre
ellos y yo así como las diferencias, y ver qué nos atrae de esas diferencias.
·
Para tratar de paliar todo ese espectro de
emociones negativas que vienen unidas a esta segunda etapa, podemos buscar
apoyo de diversas maneras: en la pareja, en los amigos que hagamos a través de
esta socialización, hablando con personas que estén pasando por lo mismo…
Además, podemos hacer cosas que nos apasionen: el trabajo, un hobby… etc. Todo
esto puede ayudarnos a dejar de focalizar la atención en los aspectos negativos
y relativizarlos, algo muy necesario para superar esta fase.
·
Por último, y como ya comentaba en una entrada
anterior, deja los prejuicios a un lado e intenta comprender sinceramente esa
sociedad.
·
También sería interesante estar muy atento (e
informarnos) sobre las diferencias culturales, no sólo para socializar de una
forma más precavida y mejor, sino para hacernos conscientes de esas
diferencias, esforzándonos en valorarlas y tratando de aceptarlas.
Es importante dar cuenta de que lo que aquí expongo no
implica que haya que ver a un psicólogo ni mucho menos. Digo que puede venir
bien saber todo esto, si nadie nos lo dice, informarnos nosotros mismos sobre
ello.
Hasta aquí mi teoría. Obviamente no he podido aplicarla
salvo a posteriori, ya que no conozco a nadie que esté pasando por la segunda
etapa por primera vez, pero sí que coincido con la persona que me ha concedido
la entrevista con respecto a cómo funciona, aunque es una prueba “a posteriori”,
es algo que me hace confiar en mucha mayor medida en este marco teórico. Del
mismo modo, ninguno de los ejemplos que he tratado hasta el momento la
contradice. Está claro que es susceptible de futuras modificaciones y
seguramente así sea. Por mi parte, cuando trate los siguientes ejemplos
continuaré poniéndolas a prueba.
Respecto a los problemas 1 y 2, esto es lo que creo que
deberían aplicarse estas dos chicas. Si consiguen superar por primera vez (sea
como sea) esta segunda etapa, acabarán con el bucle y podrán continuar con las
etapas hasta llegar a la quinta etapa, el ansiado momento en que tendrán el
conocimiento suficiente para decidir dónde quieren estar y para incluir en su
vida, en cualquier caso, los aspectos positivos, las herramientas más útiles de
cada lugar.
En otro orden de cosas, para contrastar mis agregados a la
teoría veremos en una próxima entrada si existen shocks culturales en viajeros
o sólo en emigrantes y, en cualquier caso, si contradicen en algún aspecto o
añaden nuevas modificaciones a esta teoría. Quizá no sea aplicable. En
cualquier caso los analizaré a partir de todo el entramado teórico que he
desarrollado hasta el momento.
Gracias a la entrevista he visto que sí que es posible
volver a etapas anteriores durante el shock cultural, pero el ejemplo de “no
tener una luna de miel” aun no lo he podido encontrar, trataré, no obstante, de
encontrar alguno y tratar de aplicar la teoría o desarrollar un nuevo marco
teórico para estos casos. Ante esta posibilidad se plantean varias preguntas:
¿Cómo sería la segunda etapa si no hay una primera etapa de
“luna de miel”?
Si no se trata de una “luna de miel”, ¿en qué consiste esta
primera etapa?
¿Se mantendrán las mismas etapas después de superar las dos
primeras o será completamente diferente?
Trataré de contestar a estas preguntas y algunas más en las
próximas entradas.
Si tenéis algo que añadir, no dudéis en escribirlo en los
comentarios.