§ Conectar
con el público.
“Yo no soy gracioso, el gracioso es el
que escucha”
Un chiste es tan divertido en la medida que seas
capaz de entenderlo. A lo hora de escoger un tema para nuestro monólogo es
buena idea que sea una experiencia compartida por el mayor número de personas,
de esta manera los espectadores se sentirán identificados y será más fácil que
les enganche la historia.
Si hablamos de: Deportes, sexo,
amigos, matrimonio, novias, informática, etc. Son cosas que hemos vivido o
vivimos diariamente el 99,9% de todos los seres humanos.
En cambio si hablamos de cosas muy
específicas corremos el riesgo de que el chiste (aunque muy bueno) no lo
entienda mucha gente.
De todas maneras que esta idea no coarte tu
creatividad ya que existen casos que nunca han puesto de acuerdo a todo el
mundo, por ejemplo: Pedro Reyes,
tengo amigos que lo consideran un genio y otros (mejor no escribirlo) Muchachada Nui, nunca ha
llegado a convencerme pero tiene una legión de seguidores.
§ La
actualidad.
En la mayoría de programas de humor que se pueden
ver hoy en televisión se usan los “temas o personajes” de actualidad para
satirizarlos o verlos desde una perspectiva cómica. Esto es una buena idea que
encaja con el punto 1º ya que mientras
ese “personaje o tema” está de moda es conocida por un gran número de personas.
El gran problema de los temas o personajes de
actualidad es que pasan de moda con rapidez, y lo que es gracioso hoy puede que
no lo sea en unos meses. Ósea, esto es lo que se llamaría “material de usar y
tirar”.
§ La
exageración
“Ese tía lleva un escote tan grande que
le entra el Titanic derrapando”
Quizá esto será una de las mayores exageraciones que
he oído, pero me hizo reír. Dicen que los andaluces somos graciosos y también
dicen que somos unos exagerados a lo mejor es por eso que somos graciosos.
No hay máximo en lo exagerado que puedes ser en tus
comparaciones, llévalas al límite y cuando creas que no puedes exagerar más,
EXAGERALO TODAVÍA MÁS, no hay tope con esta regla porque no hay exageración
demasiado exagerada, la única norma es que resulte gracioso.
La
verdad es dura pero nos hace reír.
Esta idea es en la que se basan todos los programas
de videos caseros de tortas, caídas y resbalones. El padre enseña al
niño a jugar al beisbol y el niños intenta golpear la bola con toda su fuerza
pero lo único que consigue golpear es la entrepierna de su padre. Si, sentimos
pena por el padre, pero nos reinos.
Otro ejemplo: “Hola soy Alfredo tengo 30
años y soy virgen”
Así empezó su monólogo unos de cómicos que he visto
hace poco. Como veis dice una realidad: “…Tengo 30 años y soy virgen” y algo
chungo; ser virgen en esta sociedad tan promiscua es muy poco común, aparte de ser
algo jodido. Además tiene un tercer valor “Hace que la historia avance” porque
los espectadores esperan a que el cómico cuente él: ¿Por qué?
Esta estructura de “verdad y putada” se encuentra en
la mayoría de chistes que contamos o escuchamos todos los días. Por ejemplo:
¿Qué es negro, blanco y rojo
sucesivamente?
Un pingüino cayéndose de las escaleras.
Un pingüino cayéndose de las escaleras.
Esta estructura no necesariamente tiene que tener un
contenido sádico. Otro ejemplo: “La primera vez que hice el amor estaba
encima de mi compañera haciendo los movimientos con mucha energía, tanta, tanta
que me escurrió la mano donde me apoyaba y acabé empotrado entre la mesilla de
noche y la cama.”
§ Las
rimas.
“La lluvia en Sevilla es una maravilla”
Nunca he conseguido hacer un chiste con esa frase
pero el día que lo haga casi seguro que será divertido, porque si consigues
incluir rimas dentro de tu monólogo conseguirás hacerlo entre un 5 y un 10% más
divertido, vale, no es mucho, pero es mejor que nada. Por ejemplo:
El Choni no, al Choni le dicen, “Buenas
noches caballero” y el dice: “A mí ya me puedes llamar farlopero si quieres”
Pero no hay que confundirse, se trata de hacer reír
y aunque la rima nos puede ayudar en algunos casos no podemos restarle espacio
a los chistes, así que como norma general usar la rima solo si ayuda al efecto
cómico.
§ La
comedia es ritmo.
Tanto en monólogos, como en sketch como en películas
o programas de televisión de humor observaréis como funcionan con un ritmo
rápido o muy rápido, el ritmo es la esencia de la comedia y en la medida que
aprendas a controlarlo llegarás a la maestría de este arte.
Como consejo te diría que visionaras episodios de
comedias españolas de éxito como:
“7 Vidas”, “Aquí no hay quien viva”, “Aída”.
Nota: En el caso de “7 vidas” la serie
soportó muchos cambios de actores y solo se finalizó con su emisión porque los
guionistas de la serie se marcharon para emprender otros proyectos.
El caso de los monólogos funciona igual, normalmente
apuran la sonrisa conseguida con un gag para unirlo con el siguiente para
conseguir un efecto cómico y de sorpresa más grande.
§ La
risa sincera.
Para comprobar si un texto que estoy escribiendo
resulta gracioso uso mi honestidad y mi propia risa.
Es muy fácil, cojo el texto en cuestión, lo leo con
tranquilidad y en voz alta y si lo que estoy leyendo me hace sonreír quiere
decir que funciona (si me hace reír a mi puede que funcione con otra persona
¿no?) sin embargo si me resulta farragoso, difícil de explicar o es demasiado
lento, es el momento de una revisión y un recorte del texto. Esto nos lleva al
siguiente punto.
§ Lo
bueno si breve dos veces bueno.
Esta es otra de esas verdades universales de la que
no es fácil escapar. Si tienes un texto de 20 minutos que no es muy gracioso,
intenta reducirlo a 10 minutos o incluso a 8 intentando conservar todos sus
gags.
No te garantizo que tu producto se vuelva un 200%
más gracioso, solo te puedo decir que seguro que se vuelve más divertido y a
unas malas te puedo asegurar que lo que has conseguido es hacerlo un 50% menos
aburrido y tus espectadores lo agradecerán.
§ Escribir
para otros.
“Un buen texto puede soportar un mal
actor, pero un mal texto no hay actor que lo levante”
Si escribes para otros intenta estar presente cuando
el actor de vida al texto porque comprobar la calidad de tu producto también es
parte del trabajo. Si es posible retoca el texto después de cada función hasta
que quede completamente “redondo” para esto es importante escuchar al actor y
al público.
Si escribes para interpretarlo tú mismo la cosa es
más fácil siempre tendrás la libertad para cambiar o modificar lo que has
escrito, además de comprobar de una manera más real si tu creación “funciona”.
§ Últimos
detalles
“Cuando parece que has acabado, vuelve a
empezar”
La reescritura es parte de este trabajo y repasar,
modificar y afinar es el pan nuestro de cada día, a veces tienes que dejar
fuera gags o ideas que te resultaban geniales, pero en este momento tienes que
pensar en el resultado como
“producto” más que en tu propia satisfacción. No tengas miedo en borrar
y escribir de nuevo por que todo ello servirá para mejorar tu producto final.
Nadas
más, hasta aquí todo lo que os puedo contar sobre el tema sin entran demasiado
en detalle. Recordad que esto solo es una guía breve para escribir monólogos y
solo vuestra propia experiencia os hará encontrar las “formulas correctas” para
conseguir la risa.
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